31 de mayo de 2020, hoy celebramos el Día
del Señor, el Domingo de Pentecostés.
Pentecostés es, junto con Pascua de
Resurrección, una de las fiestas más importantes de la Iglesia. En una se nos
recuerda la labor redentora de Cristo, el cual, siendo inocente, cargó con
nuestra culpa y pecado para que tuviéramos vida, y además en abundancia. En la
otra, se celebra la venida del Espíritu Santo sobre los apóstoles, cuando se
encuentran reunidos en oración en el cenáculo.
Pentecostés (=cincuenta) se celebra a los
cincuenta días del Domingo de Resurrección, y tras la festividad de Ascensión.
Por lo que respecta al origen de esta fiesta, existen varias tesis. Para unos,
se trata de una celebración con la que el Pueblo de Israel agradecía a Dios la
abundancia de las cosechas. Para otros, era un símbolo de la Alianza de Dios
con su pueblo que culmina con la entrega de las Tablas de la Ley a Moisés, en
el Sinaí.
La liturgia de esta festividad hace una
constante referencia al Espíritu Santo y a labor iniciada por los apóstoles,
gracias a su acción, en los albores del cristianismo. El libro de los Hechos de
los Apóstoles retrata cómo el Espíritu actúa en la vida de los discípulos
llevándolos en su labor evangelizadora, hasta los confines de la tierra,
entonces conocida.
Uno de los símbolos del Espíritu Santo,
aparte del de la paloma, es el fuego; en consonancia con ello, y en recuerdo de
las lenguas aparecidas sobre los apóstoles y la Virgen, el sacerdote viste con
casulla roja.
Para esta festividad, la liturgia recoge
la posibilidad de celebrar una vigilia, la noche anterior a la fiesta. Esta
vigilia se celebra con especial fervor en grupos como la Renovación Carismática
y el Camino Neocatecumenal. En ellas se ora, se adora y se pide su presencia
vivificadora y liberadora.
Las lecturas hacen referencia a la
presencia del Espíritu Santo y a sus efectos vivificadores. La lectura de
Ezequiel 37, 1-4 recuerda cómo recuperan vida unos huesos secos; la profecía de
Joel anuncia algunos dones que se manifiestan con el Espíritu. Las lecturas del
Nuevo Testamento recuerdan la ya mencionada oración en el Cenáculo y la
exhalación del aliento de Jesús sobre los discípulos para que reciban el
Espíritu Santo, antes de ascender al cielo. Antes de estas lecturas se lee la
secuencia Ven Espíritu Santo(Veni Sancte Spiritus) y en las vísperas el
himno Veni Creator.
Pentecostés es el Espíritu Santo, es la
promesa viva hecha por Jesucristo cuando estuvo en la tierra. Su sacrificio era
fundamental para la salvación del hombre, no en vano su muerte abrió el acceso
a todos los cristianos al Sancta Sanctorum, en el antiguo templo. Un lugar
reservado únicamente al sacerdote, tras pasar un largo proceso de purificación.
Su resurrección y la ascensión al cielo no
han dejado al hombre solo. Era necesario que el Paráclito viniera a la tierra.
Desde entonces, el Espíritu ha estado actuando, animando y guiando a la
Iglesia, y a los cristianos, por las vicisitudes y arideces de los tiempos y
del mundo.
Al igual que ocurriera con los apóstoles,
a los que sacó de su encierro y les animó a predicar, el Espíritu Santo anima a
los cristianos en su diario vivir. Con sus dones, impulsa a quienes se han
adentrado en la aventura de la fe a realizar actos difícilmente comprensibles
para la mente racionalista, que impera en estos tiempos. Pueden ser
sorprendentes, como perdonar a quien presenta una denuncia falsa para
defenderse en un juicio; al jefe que despide injustamente a un empleado y que
cuando éste se entera de que está enfermo acude a visitarlo; o asistir a la
cárcel a entrevistarte con quien te intentó asesinar y perdonarlo, como ocurrió
con el Papa Juan Pablo II. En otras ocasiones, tiene tintes más heroicos, como
ofrecerse voluntariamente a morir de hambre y sed como hizo el padre Kolbe, en
sustitución de un padre de familia, en un campo de concentración nazi.
Son, en suma, actos sólo entendibles a la
luz de la fe. Si se analizan de cerca, tienen como denominador el amor y el
perdón, los cuales son las vías por las que transcurre el tren de la fe en el
que viaja el creyente, hasta su destino.
Hoy celebraremos la Eucaristía en la
Parroquia a las 12:00 h. y a las 13:00 h.
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