28 de diciembre de 2019, celebramos la Fiesta de los Santos Inocentes.
La consulta bien intencionada de los Magos de Oriente al
rey fue el detonante de la crueldad aberrante de Herodes a raíz del
nacimiento de Jesús.
Al rey le produjo extrañeza la visita y terror la ansiosa
pregunta sobre el lugar del nacimiento del Mesías; ha hecho sus cálculos y
llegado a la conclusión de que está en peligro su status por las profecías
antiguas. Se armó un buen revuelo en palacio, convocaron a sabios con la
esperanza de que se pronunciaran y dieran dictamen sobre el escondrijo del niño
«libertador». El plan será utilizar a los visitantes extranjeros como señuelo
para encontrarle. Menos mal que volvieron a su tierra por otro camino, después
que adoraron al Salvador.
Impaciente Herodes se irritó, y contando con un margen de
seguridad, le salen dos años con el redondeo.
Los niños que no sobrepasen dos años en toda la
comarca morirán. Hay que durar en el poder. El baño de sangre es un simple
asunto administrativo.
Unas víctimas ya habían iniciado sus correteos, y
balbuceaban las primeras palabras; otras colgaban todavía del pecho de sus
madres. Pero para Herodes era el precio de su tranquilidad.
Son los Santos Inocente. Ni siquiera tuvieron tiempo
de ser tentados para exhibir méritos. Están agarrados a la mano que abre la
gloria. Aplicados los méritos de Cristo por el bautismo de sangre.
Entraron en el ámbito de Cristo inconscientes, sin
saberlo ni pretenderlo; como cada vez que, por odio a Dios y a la fe, hay
revueltas, matanzas y guerras; en esas circunstancias surgen mártires
involuntarios, que, aun sin saberlo, mueren revestidos y purificados por la
sangre de Cristo, haciéndose compañeros suyos en el martirio.
Ya el mismo profeta Jeremías dejó escrito que «de la boca
de los que no saben hablar sacaste alabanza».


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