Hoy, día 24 de Enero, en España celebramos
la Fiesta Litúrgica de Nuestra Señora de la Paz. Patrona de esta Villa de San
Juan de Aznalfarache.
El origen de la advocación de Nuestra
Señora de la Paz, tiene su origen en Toledo en el año de 1085, por un
acontecimiento memorable que pasamos a relatar:
Alfonso VI, llamado el Bravo, rey de
Asturias y de León, reconquistó de los moros la ciudad de Toledo.
Una de las condiciones estipuladas en el
tratado de paz fue la de que el templo principal de la ciudad quedase como
mezquita a los moriscos.
El rey Alfonso firmó el tratado y
enseguida se ausentó de Toledo, dejando a su esposa, la reina Constanza como
gobernadora de la plaza.
Pero sucedió que los cristianos
consideraron como cosa indigna que, si eran dueños de la ciudad, no lo fuesen
de la Iglesia Metropolitana consagrada a la Santísima Virgen. Fueron a
presentar sus quejas ante el arzobispo Don Rodrigo y ante la reina
Constanza, quienes compartieron su horror de que la Catedral sirviese para los
cultos del falso profeta Mahoma y apoyaron sus peticiones.
Alentados por aquella tácita
autorización, los cristianos trataron de apoderarse de la Catedral con
gente armada, sin tener en cuenta el compromiso del rey ni el peligro a que se
exponían en aquella ciudad donde era mayor el número de infieles.
En efecto, los moros, al advertir el
ataque, tomaron también las armas y, juzgando que el rey Alfonso quebrantaba el
pacto juramentado, se lanzaron furiosos contra los cristianos para vengar la
injuria.
Se entabló el recio combate frente a la
Catedral y no cesó hasta que la reina y el arzobispo se presentaron en el campo
de batalla para aclarar que el ataque se había lanzado sin saberlo el rey.
Enseguida, los moros enviaron embajadores
al monarca para denunciar el atentado, y volvió Don Alfonso a Toledo
precipitadamente, con el firme propósito de hacer un escarmiento en la
reina, el arzobispo y los cristianos, por el quebrantamiento que habían hecho a
su real palabra.
Tan pronto como los cristianos de la
ciudad tuvieron noticia de la cólera del rey, salieron a su encuentro en
procesión, encabezados por el arzobispo, la reina y la hija única de Don
Alfonso.
Pero ni las súplicas de aquellos
personajes, ni los ruegos del pueblo para que los perdonase, atento al motivo
que los animó al ataque y que no era otro que el de tributar culto al verdadero
Dios en la gran iglesia de Toledo, consiguieron que el monarca accediese a
faltar a su honor y a la palabra que había empeñado.
Don Alfonso anunció a los solicitantes,
que la Catedral quedaría en poder de los infieles como lo había prometido.
Pero en ese momento se produjo un
acontecimiento extraordinario, que todos tomaron como una señal de que Dios
había escuchado sus plegarias.
Los moros tomaron en consideración el
peligro a que se exponían si mantenían el culto a Mahoma en la iglesia
principal de aquella ciudad cristiana y enviaron al encuentro del rey a una
comitiva de sus jefes.
Los embajadores salieron de Toledo y,
postrados ante Don Alfonso, le suplicaron que perdonase a los cristianos y que
se comprometían a devolverle la Catedral.
Grande fue el regocijo del rey y el de su
pueblo que vieron en aquella solución inesperada una obra de la Divina
Providencia.
El monarca ordenó, con el beneplácito del
arzobispo y de todos los fieles que, al día siguiente, precisamente un 24 de
enero, se tomase posesión de la Catedral y se hiciesen festividades especiales
en honor de la Virgen María de la Iglesia Metropolitana.
A la que, por haber restablecido la
paz en la fecha de su fiesta, se la veneraría en adelante como a Nuestra Señora
de la Paz.
Aquel 24 de enero de 1085, se realizaron
en Toledo magníficas ceremonias y espléndidas procesiones en honor de
Nuestra Señora de la Paz, con cuyo título se venera hasta hoy a la Madre de
Dios.
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