1 enero, Santa Marí­a Madre de Dios.

1 de enero de 2019, celebramos la Solemnidad de Santa Marí­a Madre de Dios.


La Solemnidad de Santa Marí­a Madre de Dios es la primer Fiesta Mariana que apareció en la Iglesia Occidental, su celebración se comenzó a dar en Roma hacia el siglo VI, probablemente junto con la dedicación (el 1 de enero), del templo Santa Marí­a Antigua, en el Foro Romano, una de las primeras iglesias marianas de Roma.

La antigüedad de la celebración mariana se constata en las pinturas con el nombre de “Marí­a, Madre de Dios” (Theotókos), que han sido encontradas en las Catacumbas o antiquí­simos subterráneos que están cavados debajo de la ciudad de Roma, donde se reuní­an los primeros cristianos para celebrar la Misa en tiempos de las persecuciones.

Más adelante, el rito romano celebraba el 1 de enero la octava de Navidad, conmemorando la circuncisión del Niño Jesús. Tras desaparecer la antigua fiesta mariana, en 1931, el Papa Pí­o XI, con ocasión del XV centenario del concilio de Éfeso (431), instituyó la Fiesta Mariana para el 11 de octubre, en recuerdo de este Concilio, en el que se proclamó solemnemente a Santa María como verdadera Madre de Cristo, que es verdadero Hijo de Dios; pero en la última reforma del calendario (luego del Concilio Vaticano II), se trasladó la fiesta al 1 de enero, con la máxima categorí­a litúrgica, de solemnidad, y con el título de Santa Marí­a, Madre de Dios.

De esta manera, esta Fiesta Mariana encuentra un marco litúrgico más adecuado en el tiempo de la Navidad del Señor; y al mismo tiempo, todos los católicos empezamos el año pidiendo la protección de la Santí­sima Virgen Marí­a.

Esta tarde, la parroquia de San Juan Bautista, celebraremos la Santa Misa a las 19:00h. Feliz año nuevo

En este primer dí­a del año, recogemos este texto sobre una de las primeras oraciones dirigidas a la Virgen por los primeros cristianos. La oración Sub tuum praesidium es un testimonio entrañable, probablemente el más antiguo y el más importante en torno a la devoción a Santa Marí­a.
Se trata de un tropario (himno bizantino) que llega hasta nosotros lleno de juventud.

Es quizás el texto más antiguo en que se llama Theotokos a la Virgen, e indiscutiblemente es la primera vez que este término aparece en un contexto oracional e invocativo.

Sub tuum praesidium
confugimus,
Sancta Dei Genitrix.
Nostras deprecationes ne despicias
in necessitatibus nostris,
sed a periculis cunctis
libera nos semper,
Virgo gloriosa et benedicta.

La versión castellana, es muy conocida:

Bajo tu amparo nos acogemos,
santa Madre de Dios;
no deseches las súplicas
que te dirigimos en nuestras necesidades,
antes bien, lí­branos de todo peligro,
¡oh siempre Virgen, gloriosa y bendita!

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