Pasó la Cuaresma y el Triduo Pascual. Y hemos llegado al Tiempo Fuerte, por antonomasia.
Quedaron atrás las procesiones-deslucidas este año en Sevilla, aunque por suerte espléndidas en nuestro pueblo- y nuestra Parroquia encara ya la recta final del curso pastoral.
Las catequistas preparan con el esmero y dedicación de siempre la celebración de las Primeras Comuniones.
La Pastoral de la Salud, el día de la Pascua del Enfermo que este año tendrá una celebración conjunta en los Sagrados Corazones, presidida por nuestro pastor, Monseñor Asenjo.
Cáritas continúa atento a las necesidades de nuestros hermanos. Las hermandades, atentas a su devenir propio en estas fechas del año.
Luz del Mundo y la Pastoral Familiar, en su "ora et labora" (cogiendo fuerza interior mediante la Palabra los primeros y en su trabajo de formación y cursillos, los segundos)
Todos, aguardando la llegada de la Festividad de nuestro Patrón y los actos litúrgicos del Corpus. La actividad continúa, pues, su ritmo marcado.
Aparentemente, todo sigue igual. Sin embargo, hay algo nuevo, esperanzador, remozado... Es un grito que nuestra asamblea litúrgica proclamara el pasado Sábado Santo por la noche, y que, durante cincuenta días estará presente y visualizado, a través del Cirio Pascual que nos preside: CRISTO HA RESUCITADO DEL SEPULCRO ¡¡ALELUYA, ALELUYA!!
Esa actividad parroquial cobra en él su más estricto sentido: "Si Cristo no hubiera resucitado, vana sería nuestra fe"...recordamos con el Apóstol de los gentiles. Es por ello que podemos programar muchos actos en nuestras agendas, sumergirnos en un activismo delirante... mas si en nuestro interior no resuena fuerte este grito pascual... si no nos mueve todo él a vivir con amor y esperanza el mensaje proclamado, podemos irnos hoy mismo de vacaciones, porque todo lo que hagamos estará viciado en su origen.
Desde la Diaconía, ¡¡FELIZ PASCUA DE RESURRECCIÓN A TODOS!!
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