Jesús vive muy atento a la vida. Es ahí donde descubre la
voluntad de Dios y abre su corazón al sufrimiento de la gente para aliviar su
dolor.
En la región de Tiro y Sidón una mujer pagana sale a su
encuentro gritando y pidiendo compasión. De su corazón desgarrado brota una
súplica: «Señor, socórreme».
Jesús tiene una vocación concreta y definida: se debe a
las «ovejas descarriadas de Israel». No está su misión en el mundo pagano. Pero
la mujer está segura de que lo que pide es bueno e insiste.
Jesús comprende que lo pide esta mujer coincide con la
voluntad de Dios, pues el sufrimiento no conoce fronteras y la compasión de
Dios ha de llegar a todos. Conmovido y admirado le dice: «Mujer, ¡qué grande es
tu fe!, que se cumpla lo que deseas».
Cuando nos encontramos con una persona que sufre, la
voluntad de Dios resplandece allí con toda claridad. Dios quiere que aliviemos
su sufrimiento. Es lo primero.
Hoy, domingo, celebramos la Santa Misa a las 10:30 h., en
la capilla de Ntra. Sra. del Rosario (C/ Real, 35); y en la Parroquia de San
Juan Bautista, a las 12:00 h. (C/ Cardenal Segura, 14).
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