Señor, Padre Santo,
que generosamente entregaste a Jesucristo al mundo
como autor de la salvación
y le diste también a María
como modelo de sobrenatural Esperanza.
Porque tu humilde esclava,
confió en ti plenamente:
concibió creyendo y alimentó esperando
al Hijo del hombre, anunciado por los profetas;
y, entregada por entero a la obra de la Salvación,
fue hecha madre de todos los hombres.
Pero a la vez Ella, fruto excelso de la Redención,
es también hermana de todos los hijos de Adán,
que, caminando hacia la liberación plena,
miran a María como señal de Esperanza segura y de consuelo,
hasta que amanezca el día glorioso del Señor
(Prefacio de "La Virgen María, Madre de la Santa Esperanza", en Misas de la Virgen María, nº 37)
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